jueves, 21 de mayo de 2009

Inocente

La luz, en forma de un rayo diáfano, tras recorrer toda la habitación salió por una ventana y fue a parar al horizonte. Un pequeño charco retrocedió como un hilillo por el suelo hasta encontrarse debajo de la mesa. Las gotas comenzaron a elevarse y llegaron al borde de la tabla, allí entraron en unos cabellos encrispados y frios por la noche. El cuerpo se levantó de repente en un balanceo violento, algunas gotas de tinta volvieron a la punta de una pluma que saltó de la mesa a la mano derecha y luego todas volvieron al papel. El color rojizo volvió a su cara. El hacha retrocedió junto con la mano que la sujetaba y se movieron lentamente hasta llegar a la puerta que se cerró con la otra en la perilla, para dejar a la asesino perderse en la oscuridad.

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